“En el Perú, ha habido un divorcio entre el sector agroindustrial y el mercado de capitales”, opinan codo a codo Mario Salazar, gerente general de la compañía agroexportadora Agrícola y Ganadera Chavín, y Jorge Souza Alvarado, gerente general de la sociedad agente de bolsa BNB Valores Perú.
Se trata de una distancia condicionada por el ‘chip’ que tienen los financistas sobre el riesgo agrícola, sugiere el segundo. Un riesgo que, a juicio del primero, no existe en el Perú si se le compara con EE. UU. o Canadá, donde una helada puede liquidar las plantaciones. “Si en esos países, donde sí existen riesgos agrícolas, existe un mercado de capitales para el agro, ¿por qué en el Perú no?”, se pregunta Salazar.
Con esa certeza bajo la manga, Chavín se lanzó junto con BNB Valores al Mercado Alternativo de Valores (MAV), un mecanismo creado hace seis meses para atraer a la BVL a pequeñas y medianas empresas que facturen como máximo S/. 200 millones. En el 2012, la empresa agrícola cerró con ventas por US$ 13 millones (S/. 33,7 millones) y este año proyecta hacerlo con US$ 15 millones (S/. 38,9 millones).
Salazar y Souza empezaron a gestar la decisión en los pasillos de la Universidad San Martín de Porres, donde ambos son profesores. Souza asesoró a la firma en la preparación de los trámites para ingresar al MAV y, antes de la primera quincena de abril, Chavín espera convertirse en la compañía que inaugure las emisiones de deuda corporativa de corto plazo en este nuevo segmento.
Aunque ambos ejecutivos se reservan el monto de la emisión, adelantan que será en papeles comerciales, en dólares y por una cantidad “pequeña”, dentro de un programa de dos años que tendrá colocaciones en tramos de seis meses. Esos datos son los que están presentando a sus potenciales inversionistas, fundamentalmente, jugadores retail de la región con experiencia en operaciones similares.
“Las tasas que pueden encontrar en el Perú a veces son más atractivas que las que encuentran en sus respectivos mercados”, sostiene Souza. Sin embargo, las tasas en dólares que espera obtener la empresa serán inferiores a las que se pagan en soles, que oscilan entre 5,25% y 5,50%.
Salazar y Souza aceptan que deberán asumir una prima de mayor riesgo a fin de pagar su ‘derecho de piso’ en el mercado de capitales y, así, poder conquistar a los inversionistas. También buscan convencer a estos de apostar por la empresa mostrándoles números ordenados y convenciéndolos de su solvencia financiera, reflejada en la calificación p2 (“certeza en el pago oportuno”) otorgada por Pacific Credit Rating.
Dicho análisis fue parte de la preparación hacia el mercado alternativo, que también incluyó una prueba de estrés de endeudamiento y mejoras societarias y de gobierno corporativo. “Es lo máximo a lo que podría aspirar una empresa que entra al MAV”, dice Souza sobre la calificación.
Por su parte, Mónica Salazar, gerente de comercialización de la firma y hermana de Mario, suma dos fundamentos que benefician a la empresa: su integración al campo, ya que, además de exportar, es productora y empacadora; y la diversificación de su oferta, de la que el 60% corresponde a frescos y el 40%, a congelados, lo que le permite a Chavín orientar las presentaciones de acuerdo con el mejor precio.
Frontera clave
El objetivo inicial de la emisión es adelantar órdenes de compra de espárrago, mango y palta. Los dos primeros productos representan el 60% de los frescos y congelados que exporta Chavín.
Sin embargo, esta primera emisión sería solo una aproximación preparatoria. La aspiración profunda a mediano y largo plazo de la empresa, que cuenta con 470 hectáreas en Casma (Ancash), es ingresar al mercado principal, especialmente, cuando se concrete la licitación de las tierras del Proyecto Especial Chinecas, ubicado en la misma región. Eso deja entrever Salazar, quien comenta que le gustaría adquirir 500 de las 33.000 hectáreas que serán puestas en venta.
El ímpetu de Chavín probablemente contagie a otras empresas agroindustriales. De hecho, Souza actualmente asesora a dos más que también postularían al MAV. Asimismo, acompaña en ese proceso a una firma del sector retail y a otra farmacéutica. Las tres facturan por año más de US$ 10 millones y poseen interesantes perspectivas de crecimiento, explica el ejecutivo.
Pero, a su entender, el agro tiene una oportunidad especial en este naciente segmento del mercado de capitales. “Creo que podría ser la puerta de entrada para estas empresas que requieren un montón de capital para comprar, preparar y mantener la tierra, para pagar mano de obra y para industrializar”, afirma Souza. El ejecutivo espera que Chavín le abra el camino a decenas de empresas con una emisión exitosa. “Si comenzamos este año, y ya pensamos que puede haber veinte emisores, es que el mercado es una realidad y va a funcionar bien”, augura Souza. Mario Salazar y su empresa Agrícola y Ganadera Chavín ya han dado el primer y decisivo paso de atreverse.