La compañía Nespresso, perteneciente a la transnacional Nestlé, ha anunciado que importará a los Estados Unidos “por primera vez en 50 años” café producido en Cuba.
“Los recientes cambios regulatorios han permitido a Nespresso moverse hacia sus objetivos, que incluyen hacer el nuevo ‘Cuban Nespresso Grand Cru, Cafecito de Cuba’, disponible en los Estados Unidos el otoño de 2016”, informó la empresa.
Nespresso comprará este año café tipo arábica, “permitiendo a los consumidores redescubrir este inconfundible sabor”.
Añadió que el Nespresso cubano se comercializará “inicialmente como edición limitada”. Sin embargo, la compañía quiere que los consumidores no solo “experimenten este increíble café”, sino que además “lo disfruten por los años venideros”.
Technoserve, una organización sin fines de lucro y socia de Nespresso, “explorará cómo trabajar con pequeños caficultores en Cuba con el objetivo último de apoyar a los campesinos en su producción de café sostenible”.
El Departamento de Estado de Estados Unidos extendió a finales de abril la lista de bienes producidos por emprendedores independientes cubanos que podían ser importados al país. Entre las adiciones a la regulación se cuenta el café.
Pero no está claro cómo la industria lidiará directamente con los productores independientes referidos por Nespresso.
El gobierno cubano, a través de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), controla la producción nacional y establece los precios de acopio, que son obligatorios.
La industria cafetera cubana está tan controlada por el Estado, que la policía requisa inclusive pequeñas cantidades que compran particulares en el mercado informal para consumo propio.
En cuanto a la distribución nacional, el café destinado al racionamiento de los cubanos es una mezcla de “sucedáneos” –como el chícharo tostado– con el aromático grano.
El kilogramo de café en las tiendas en divisa puede llegar a costar hasta un tercio del salario mensual.
Luego del anuncio hecho en abril, la ANAP dijo que el gobierno estadounidense quería “influir” en los caficultores cubanos para alejarlos del Estado. Según la entidad estatal, en la exportación de café “tienen que participar empresas cubanas de comercio exterior”.