La razón por la que Microsoft no tiene un nuevo director general en estos momentos es que el puesto no es tan atractivo debido a dos enormes problemas: uno se llama Bill Gates y el otro se llama Steve Ballmer.
Las fuentes consultadas por el diario The Wall Street Journal señalaron que los candidatos no se sienten atraídos con la idea de dirigir una empresa bajo la mirada de un “fundador que cree que saber demasiado y un director ejecutivo que renunció bajo presión para conseguir cambio rápido en la estrategia”.
Aunque Bill Gates y Steve Ballmer no dirigirán Microsoft para cuando llegue un nuevo CEO, ambos conservarán puestos de gran influencia en el consejo de administración de la compañía.
“Por lo menos algunos ejecutivos externos que discutieron el puesto de consejero delegado con los directores de Microsoft han expresado su preocupación acerca de verse con las manos atadas, si los dos hombres continúan sirviendo en la junta directiva”, precisa el informe.
Pero la objeción principal para aceptar el puesto tendría que ver con Steve Ballmer, quien, de acuerdo a personas familiarizadas con el asunto, ha generado controversia entre los gerentes y los inversores.
El hombre de 57 años, según el diario WSJ, no se quedaría con los brazos cruzados, si ingresa un nuevo CEO con la intención de modificar todo lo que hizo durante el tiempo que estuvo en el cargo más alto de Redmond.
Recordemos, en esta línea, la reorganización que llevó a cabo dentro de la tecnológica, la cual propició la salida de varios ingenieros talentosos o bien porque perdieron la oportunidad de ascender o porque les delegaron funciones menos deseables.
Por último, Mason Morfit, el presidente del fondo de inversiones ValueAct, también puede ser otro inconveniente. Él pronto ingresará a la junta directiva de la multinacional y todo indica que buscará impulsar grandes cambios.