Julio Lira Segura
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Raúl Castro Pereyra
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La primera semana que Eduardo Hochschild llegó a la mina Arcata, en Arequipa, recibió una lección sobre el viejo dilema de la teoría versus la práctica. Era 1987, había llegado de Boston, donde había estudiado Ingeniería Mecánica y Física en la Universidad Tufts. “Desde chico me gustaron las matemáticas y la física”, confiesa.
Los operarios le preguntaron hasta cuántos vagones podía jalar el tren de minerales. “Eso era un caso de ingeniería absoluto, les dije”, recuerda el empresario desde su enorme oficina en Surco, donde se ubica la sede de Hochschild Mining y Cementos Pacasmayo.
“Vayan a trabajar y yo les resuelvo este problema (…). Estudié las fricciones, pendiente, la grasa, todo. Le metí diente al problema durante tres o cuatro horas”, prosigue. Cerca de la hora del almuerzo, el problema estaba resuelto. “Les dije que el tren podría jalar 10.153 toneladas; cada carrito pesa dos toneladas, entonces jalará cinco”.
Pero lo que no sabía Hochschild era que los operarios ya habían resuelto el problema y no se tomaron cuatro horas, sino solo 30 minutos.
¿Qué hicieron? Pusieron a jalar primero uno, luego dos, tres, cuatro, cinco vagones; y el sexto ya no podía. “Con eso entendí que las teorías de ingeniería son muy bonitas, pero la práctica es mejor”, dispara y ríe.
Ahora retrocede un poco más. “Cuando me gradué, mi padre me dijo: me parece muy bonita la educación que te he pagado, pero ahora te vas a trabajar a las minas (…). Mi verdadera enseñanza estuvo en la mina”.
¿Cómo se logra el equilibrio entre la universidad y la vida real?
En la universidad aprendemos a pensar, porque te presentan un problema y hay que resolverlo. La universidad es un lugar de aprendizaje y madurez, donde se enfocan los problemas de alguna manera. Lo importante es mantener la creatividad, hay que hacer que la gente innove y cree.
¿Cómo se interesa por el tema educativo?
Creo que todos tenemos un alma de querer hacer algo por los jóvenes. La idea es que quien venga más tarde haga algo mejor que nosotros. Creo que la educación está viviendo un cambio fundamental y ese cambio tenemos que tenerlo en el país. Ese cambio nos va a permitir el salto mañana.
¿Cuál es ese salto?
Antiguamente, el jefe era el jefe porque tenía el conocimiento y la información. Hoy en día, la computadora tiene más información que cualquier jefe de Estado. Estoy seguro de que Edward Snowden ha soltado más información en Internet que la que tenía Barack Obama.
¿Cómo procesar esa información?
Hoy en día, lo que se necesita con la información es creatividad, y esa creatividad nos va a permitir a las personas desarrollarnos, romper paradigmas y lograr que los sueños se hagan.
¿Hay déficit de ingenieros creativos en el Perú?
No solo en el Perú, sino en el mundo. El decano de Harvard nos ha tomado como si fuéramos sus ahijados para ayudarnos a implementar nuestras ideas y las suyas en UTEC. Incluso, se va a formar un consejo de sabios para esta tarea.
Vamos a empezar
La oficina de Eduardo Hochschild tiene una puerta que da hacia un pequeño puente de metal con paredes transparentes que dejan ver parte del jardín de la compañía. En el techo hay arañas de cristal de todo tipo. El puente une los edificios de dos de sus empresas. En menos de 20 pasos se planifican o deciden negocios distintos.
Más lejos, en Barranco, se levanta el otro gran sueño del ejecutivo: el campus de UTEC. La Universidad de Ingeniería y Tecnología que hace dos años fundó. La educación se ha vuelto un tema fundamental en la vida del empresario. Su discurso en la última CADE en Paracas es una evidencia. La UTEC fue la línea conductual de su comentada exposición, que casi coincidió con los resultados de la prueba PISA y la polémica por la aprobación en la Comisión de Educación de la nueva ley universitaria.
Quizá en esa misma ruta de sueños, Luis Hochschild Plaut, padre de Eduardo, fundó en los ochenta Tecsup. La educación siempre ha estado allí. La abuela, tía y prima del ejecutivo son educadoras.
¿Y su papá enseñó alguna vez en Tecsup?
Que yo sepa, solo me enseñó a mí. Aparte de eso, creo que no.
¿Usted a partir de Tecsup se interesa por la educación?
Cuando falleció mi padre, Tecsup era una de las responsabilidades que me tocó asumir. En ese momento teníamos Tecsup Lima, que tenía que consolidarse; la sede de Arequipa se estaba construyendo. Luego decidimos hacer un campus más en Trujillo.
¿Y decidieron pasar de la educación técnica a la universidad?
Era evidente que lo que se venía era el siguiente paso. Estábamos en la escuela técnica cerca de 8,000 graduados, todos con trabajo.
¿Usted iba a Tecsup con su padre?
No iba mucho con él, pero sí tomé unos cursos de verano allí. La verdad, es que fue muy divertido. Era de optimización de mantenimiento; vine con gente de la mina. No tenía la experiencia para enseñar, ni la capacidad ni el tiempo. Sí veía a mi padre con la inquietud, con la parte de la educación, y tras su fallecimiento me involucré más.
¿En qué momento toman la decisión de hacer una universidad?
Hace cinco o seis años. En Tecsup nos sentamos con más frecuencia a pensar en el tema. Y la conclusión de nuestra tormenta de ideas era pasar al nivel de la universidad, y obvio que no solo se necesitan las licencias, sino también la parte económica.
¿Y qué es más difícil: hacer una universidad o hacer minería?
Ambas son difíciles. ¿Qué es más gratificante? La universidad, de lejos. Me encanta la minería, porque he nacido como minero, pero hacer la universidad es algo increíble. Ver a los chicos hacer su sueño realidad es una satisfacción.
¿Por qué sí fue a exponer a CADE este año?
Porque sentí que este es el momento de UTEC y necesito que se conozca. Tenemos que apoyar. Mi enfoque en CADE era que me ayuden a hacer esto.
Pagando el sueño
Cuando Hochschild se presentó en CADE, la pantalla gigante mostraba una foto en la que se le ve junto a algunos de los ejecutivos más importantes del país. Todos ellos posaron en medio del terreno donde se levantará la sede de la UTEC.
Está convencido de que sus amigos ejecutivos, muchos miembros del Consejo Directivo de la universidad, están comprometidos con el proyecto. “Hay gente con agendas cargadísimas y yo les dije que vengan para la foto, y lo dejaron todo, porque, además se trataba del inicio del proyecto”.
Sobre la larga mesa que se ubica en su oficina de Surco, el empresario muestra la misma fotografía exhibida en Ica. “Todos los que están han puesto algo (para la UTEC). Hay muchos que me dijeron: yo quiero estar en la foto. Yo les dije perfecto: el cheque es por tanto”, señala, mientras ríe.
Hochschild recuerda que su padre le enseñó que antes de pedir dinero hay que estar seguro de que el proyecto se va a hacer. “No puedes ir a pedir que los demás paguen tu proyecto”.
“Decidimos hacer un UTEC completo, jalando recursos y pidiendo apoyo a los amigos”.
¿Y la convocatoria fue rápida?
Para el primer Tecsup, donde mi padre fue a pedir dinero, el 90% provino de Alemania. Para UTEC, aparte del dinero que ha puesto la familia, no hay un centavo que haya venido de fuera. La familia ha puesto una parte sustancial, con eso recién hemos ido a visitar a los amigos.
¿Pensaron en convertir a Tecsup en universidad?
En ningún momento.
¿Por qué dijeron que no?
Tecsup tiene su propio espacio. Hay personas que por su propia necesidad no pueden estudiar cinco años y necesitan graduarse al tercero.
¿Acá no hemos logrado que las universidades compitan por los talentos?
El mismo alumno va a entender lo que estamos haciendo. Muchos de los alumnos que tenemos vienen de otra universidad para completar su carrera o incluso para empezar desde cero. La educación va a ser muy distinta en 10 años, la educación virtual va a ser brutal, los diplomas llegarán desde las universidades privadas.
¿Usted va a dictar?
No puedo, porque todos los profesores deben tener doctorado, pero yo hablo mucho con los alumnos, me siento muy cómodo así.
¿Qué ramas de la ingeniería son las que más se requieren?
El camino está abierto. Todas las que sean creativas te pueden ayudar el salto.
¿Cómo ve la capacidad de los jóvenes?
He visto capacidad y un interés brutal por aprender. En los desayunos que tengo me piden más clases de matemáticas y física. No te olvides que los 10 mejores matemáticos de Sudamérica son peruanos. Hay que permitir que se genere la creatividad.
¿Usted notó ausencia de creatividad en el mercado profesional?
Sí. Creo que en muchas de las universidades se ha perdido el concepto que las generó. Y eso me lo ha dicho el decano de Harvard: Ustedes tienen lo que nosotros teníamos hace 200 años, que son la creatividad y las ganas de romper barreras, no se dejen llevar por reglamentos ni leyes. Los países no están hechos de muchas universidades, sino de cuatro o cinco. Necesitamos que el que realmente quiere tenga acceso a lo mejor.
En la UTEC convivirán el arte y la ingeniería
La sede del Grupo Hochschild es como una suerte de gran galería de arte. Grafitis en las paredes exteriores, instalaciones, cuadros y esculturas regadas por corredores, oficinas, escaleras, jardines y hasta la cochera. “Todo es arte peruano”, resume Eduardo Hochschild.
¿Cuántas obras tiene? Preguntamos. El ejecutivo honestamente no lo sabe. Lo único claro es que el día en que se retire, “y me voy a retirar”, reafirma entre risas, se va llevar todas sus obras a su casa. “Ya mis hijos harán su propia colección”.
Es tal la afición del empresario por el arte, que a metros de su oficina hay apilados cuadros que muestra con emoción de niño. Más cerca, hay otra oficina: es la de Giancarlo Scaglia, director de la galería Revolver, quien está haciendo un conteo de las obras que hay en el edificio del grupo.
Las obras se exhiben todo el tiempo. “Se van de paseo a diversos lugares, en la Bienal de Sao Paulo había varias obras de aquí”, detalla. Es esa misma pasión, que seguro influyó en la inclusión de cursos de arte en la currícula de UTEC. Sí, una universidad de ingenieros donde se imparten, de forma obligatoria, cursos de arte.
“Hay que romper el paradigma de que no puede relacionarse el arte con la ingeniería”, manifiesta. Ese mismo prejuicio lo tenían sus estudiantes. “Los alumnos en un desayuno me decían: Yo soy científico y no artista, y yo les digo que se hace arte en los juegos de Internet, en los efectos especiales en Hollywood. Steve Jobs era calígrafo e hizo arte y ciencia.
“Los alumnos ya entendieron que deben ser creativos. Lo que tenemos que lograr en UTEC es usar el arte con creatividad. Queremos que piensen en cosas nuevas. El 30% del PBI, y lo mencioné en mi presentación en la CADE, en Estados Unidos está generado por gente que estudió ingeniería y tiene ganas de crear”.