(Bloomberg) ¿Cuánto le puede costar a una compañía minera vender activos cuando los precios de las materias primas están altos? Más de lo que podría pensarse.
Los tenedores de bonos de Freeport-McMoRan se opondrían a una venta por US$2.000 millones a Anadarko de los yacimientos de gas y petróleo de la compañía en el Golfo de México, informó Bloomberg News el martes a última hora. Los acreedores quieren renegociar las condiciones si sus préstamos permanecen con Freeport en lugar de ser transferidos a Anadarko, que está en una posición financiera más fuerte, según una carta enviada a la empresa minera.
Ese no es el proceso de venta más complicado por el que atraviesa Freeport en este momento. La desinversión de US$ 2,650 millones de su participación de 56 por ciento en la mina de cobre Tenke Fungurume, en la República Democrática de Congo, se encuentra en un limbo casi cinco meses después de que se la anunciara. El segundo mayor accionistas, Lundin Mining, aún no ha decidido si ejercer sus derechos de adquisición por encima del comprador acordado, China Molybdenum, o si mantenerse en su situación actual o vender su tenencia.
De ahí en más, todo se hace aún más complejo. La minera estatal de Congo Gecamines tiene una participación de 20% y amenaza con impedir la venta de Freeport y toda posible salida de Lundin. Por si eso fuera poco, el país se encuentra al borde de una crisis política: la semana pasada hubo 32 muertos y 114 detenidos en enfrentamientos entre la policía y manifestantes que rechazaban la decisión del presidente Joseph Kabila de postergar las elecciones que debían realizarse en noviembre.
Hay problemas similares en otras partes del continente. La administradora de fondos de pensiones del sector público de Sudáfrica, Public Investment Corp., la mayor tenedora de acciones de Anglo American, quiere que los accionistas voten sobre los planes de desinversión de la compañía minera. Al fondo le preocupa que los activos puedan venderse demasiado baratos, dada la recuperación de los precios de las materias primas de este año. Si la venta se concreta, le gustaría que las minas de carbón, mineral de hierro y manganeso de Anglo American estuvieran agrupadas con los activos de platino que la compañía quiere conservar.
Todas esas dificultades ponen de relieve una cuestión que la industria minera enfrenta desde hace mucho tiempo: es mucho más fácil colgarle un cartel de “Se vende” a un activo que reemplazarlo luego por una banda de “Vendido”. En todo caso, la recuperación de los precios de las materias no hace más que dificultar el proceso. Los vendedores –y sus accionistas- se sienten, naturalmente, menos inclinados a deshacerse de proyectos a precios de liquidación cuando sus perspectivas de ganancias comienzan a parecer más alentadoras.
Las complicaciones deberían dar un respiro a los accionistas. Las acciones de las compañías mineras más endeudadas por lo general han tenido un mejor desempeño este año que pares más estables. En parte, eso obedece al bajo precio al que se las liquidaba a fines de 2015, pero también parece reflejar expectativas de que lograrán recomponen sus balances.
En términos de interés, Freeport y Anglo aún se encuentran en un lugar confuso. A pesar de la recuperación de los precios de las materias primas de este año, no ganan suficiente dinero para pagar los intereses que deben. De no mediar ventas de activos ni una mayor recuperación de los precios o los costos, distan de encontrarse a salvo.
Los inversores en crédito parecen reconocerlo. Para asegurar US$10 millones de deuda de Freeport contra una falta de pago mediante la utilización de permutas de riesgo crediticio, habría que pagar alrededor de US$547.000, muy por debajo del pico de US$2,6 millones de enero, pero aún por encima de los US$377.000 de Anglo American, los US$129.000 de Rio Tinto y los US$119.000 de BHP Billiton.
Los inversores en acciones ven menos distinciones. El valor empresarial de Freeport y Anglo es en la actualidad de 6.7 y 6.3 veces la Ebitda, en comparación con 7.1 veces de Rio Tinto y 7.9 veces de BHP Billiton.
Si esas compañías hubieran logrado salir de la ciénaga de ventas y deuda y avanzaran raudas hacia un futuro más ligero, el descuento podría resultar razonable.
Por el momento, sin embargo, siguen empantanadas Los accionistas harían bien en recordarlo.
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Bloomberg LP ni la de sus dueños.