EXPECTATIVAS. Más que un paquete de salvataje –la economía peruana no está hundiéndose–, lo que el Gobierno anunció la semana pasada fue una inyección de confianza, pues las recurrentes malas noticias amenazaban con traerse abajo el poco buen ánimo que les quedaba a los agentes económicos privados. Es que ya no era suficiente con informar que nunca se han concesionado más obras de infraestructura como ahora o que el PBI nacional seguirá creciendo por encima del promedio latinoamericano.