Ir al estadio a ver jugar a nuestra selección siempre nos llena de ilusión, inclusive cuando sabemos que nos enfrentamos a equipos muy superiores en el papel, siempre vamos con la ilusión de ganar.
Llegamos al estadio con muchísimo entusiasmo para alentar al equipo, pero cuando nos enfrentamos a un gol en contra todo cambia, en ese momento el silencio llena el estadio y las cuatro tribunas se quedan paralizadas, es decir, en el momento más difícil le quitamos el apoyo a nuestro equipo. Son pocos los hinchas que reaccionan positivamente y tratan de alentar y de hacer que los demás alienten, pero la gran mayoría va por el lado de las críticas a los jugadores, al entrenador, a los dirigentes. Los comentaristas, los especializados, también están (en su mayoría) en la misma línea, criticando y anunciando que viene lo peor. Pero cuando hacemos un gol y empatamos el partido, todos vuelven a apoyar, todos vuelven a ser hinchas.
Esto mismo es lo que viene pasando actualmente en la economía, los eventos negativos que han sucedido en los últimos meses y los mensajes negativos de muchos “líderes de opinión” que buscan más sus intereses que los del país, generan mensajes negativos que calan en la población y en un grupo de empresas que reaccionan negativamente ante la situación. Esto implica un menor gasto corriente de los consumidores y, por el lado de las empresas, una reducción de las inversiones, ajustes de personal, ajustes de costos y gastos, generando una mayor sensación de desaceleración de la economía, es como dispararnos al pie.
Volviendo a nuestra comparación con el estadio que enmudece en vez de apoyar, podemos apreciar tres distintas actitudes de las empresas frente a esta coyuntura. La primera es como la de los hinchas que siguen alentando todo el partido, son las empresas (pocas, lamentablemente) que siguen apostando porque la única forma de salir de esta situación es poniendo todos el hombro y continúan con su plan de inversiones, no reducen personal, no por ello dejan de miran hacia adentro para validar que sus costos y gastos son los correctos, pero sobretodo, son conscientes que la desaceleración se acentúa si ellos dejan de invertir y apostar por el país. Estas empresas son como esos hinchas que alientan todo el partido pase lo que pase.
El segundo grupo es el de las empresas que (lamentablemente también, no son pocas) están expresamente en estado de “wait and see”, son aquellas que no han declinado del todo a seguir invirtiendo, pero están esperando el momento en el cual el crecimiento vuelva para retomar sus planes (su presupuesto de inversiones) la contratación de más personal para nuevas operaciones y los lanzamientos de nuevos productos. Estas empresas son como los hinchas que no critican, pero tampoco apoyan en la tribuna.
Finalmente tenemos al grupo más dañino para la economía (lamentablemente son muchos) que están negativos, guardando pan para mayo, son los que están convencidos que la cosa se pondría poner peor, por lo tanto hay que ajustarse el cinturón lo máximo posible y eso pasa no solo por no invertir, sino además por reducir gastos lo máximo posible sin darse cuenta que están impactando en sus propios consumidores. Estos son como los hinchas que critican todo en vez de alentar.
El 65% de la economía del país se mueve por el gasto de las personas, si todos reducimos a la vez el gasto, ¿cuánto impactamos negativamente a la economía del país?, mucho más que algunos factores negativos de los últimos meses. Si consideramos que la inversión privada se ha reducido en 15% en los últimos cuatro años y que recién está teniendo una tendencia positiva en el tercer trimestre de este año y que la inversión pública se ha visto afectada por decisiones del gobierno anterior en sus últimos dos años y por este gobierno en sus primeros meses, cuánto bien le hace al país la actitud de reducir las inversiones en esta coyuntura?.
Lo que el país necesita no es a los hinchas negativos que ven el partido perdido y que se dedican a decir que “siempre es lo mismo con el equipo” o llevándolo al plano económico “que el país está paralizado” porque en realidad no lo está. Y no lo está porque sí hay empresas que siguen apostando, que enfrentan los momentos difíciles llevando adelante sus proyectos confiando en que con su apoyo lograremos seguir creciendo y confiando en que la reversión de los momentos difíciles sólo se da remando todos hacia el mismo lugar, empujando todos el carro, como en el estadio, alentando todos al equipo para que se levante de los malos momentos cuando está perdiendo. Esa actitud de retraerse, de criticar, de opinar en contra sin proponer soluciones, sin apostar por que podemos revertir los malos resultados, es tan mala con nuestra selección como en los negocios.
Recordemos que tenemos un buen equipo, la inflación más baja de la región, que el BCR viene bajando las tasa de referencia en forma consistente, que nuestra banca tiene mucha liquidez, que nuestros indicadores macroeconómicos son muy positivos (déficit fiscal, endeudamiento, etc).
Es momento de alentar todos, es momento de apostar porque esta situación va a mejorar sólo si todos somos positivos y ponemos todo de nuestra parte. Si todos influenciamos favorablemente en nuestros consumidores, en el mercado, ayudaremos a conseguir la reactivación de forma más inmediata.
Por Segundo Capristán
Director de la Asociación Peruana de Finanzas (APEF)