Seguridad ciudadana. La violencia con la que los delincuentes cometen sus crímenes se ha acentuado. A los asaltantes no les basta con apuntar a sus víctimas con un arma, sino que ahora aprietan el gatillo. El costo que la sociedad está asumiendo es demasiado alto, pues estamos perdiendo vidas de escolares y universitarios. Este grave problema se les ha escapado de las manos a las autoridades.
Para buscar una solución hace falta una iniciativa coordinada y articulada, que involucre a todos los distritos, así como un aumento de sus presupuestos en seguridad; los que tienen mayores recursos podrían posponer sus gastos en parques y jardines, y colaborar con sus vecinos que han sido menos favorecidos por la delimitación territorial. De hecho, el gasto en seguridad ciudadana debería ser una partida de alcance provincial y no distrital.
Asimismo, se necesita la participación de la Policía Nacional, que tendría que liderar una lucha frontal contra los robos a mano armada. Pero nos preguntamos cómo podrá hacerlo si, como parece, ignora la manera en que los delincuentes adquieren pistolas, revólveres y demás arsenal. Mientras tanto, sus vehículos se oxidan, averiados y aparentemente abandonados –según la Contraloría, el 20% de los patrulleros inteligentes adquiridos en el 2013 está inoperativo–.
Es claro que una estrategia disuasiva no estará completa sin el trabajo coordinado de la Policía, la Fiscalía y el Poder Judicial. Mientras estas tres instituciones no entiendan que su labor es complementaria y no de competencia continuarán sucediendo hechos vergonzosos como el sucedido con los cinco delincuentes detenidos con armas, que fueron liberados a las 24 horas por “errores de coordinación”.
Pero ninguna estrategia podrá aplicarse sin conocerse la causa del problema. Se dice que es el consumo de drogas, lo cual implicaría un trabajo de inteligencia para detectar a los proveedores mayoristas. De nuevo, nos preguntamos: ¿la Policía está en condiciones de asumir esa tarea? Quizás sería más oportuno declarar en emergencia a esta institución y no a Lima.
Si bien nos hemos enfocado en la capital, la escalada delincuencial afecta a muchas ciudades, de modo que la solución que necesitamos tiene que tener alcance nacional.