ELECCIONES MUNICIPALES. Tras dos derrotas electorales –en las presidenciales del 2011 su candidatura se pulverizó y en el 2013 lo único que logró fue revocar a su hijo–, Luis Castañeda parece tener todo a su favor para retornar a la alcaldía de Lima.
Y las decisiones contrarias del JEE de Lima y del JNE terminaron por favorecer su postulación pues aprovechó la oportunidad para victimizarse y demostrar a la población que cuando está enojado, hasta es capaz de hablar.
Quien no debe estar de buen talante es la alcaldesa Susana Villarán. El Corredor Azul fue un tiro por la culata, aunque el problema mayor no es la improvisación, sino la aplicación de una estrategia que no tuvo en cuenta la idiosincrasia de los limeños: acostumbrados al caos de las pistas y a tomar el micro donde les plazca.
Posiblemente la candidata de la chalina verde limón no llegará a disfrutar el éxito de este sistema pues tendrá que pasar algún tiempo para que la población entienda el significado de “paradero”.
¿Ya está decidida la elección en Lima? Salvo que aparezca algún video o audio, como el que le costó la elección a Lourdes Flores en el 2011, todo apunta a que Lima sufrirá otros cuatro años de silencio administrativo y obras que se encarecerán a medida que demore su ejecución.
Pero a los electores estos defectos de gestión les tienen sin cuidado, como también otros que han sido objeto de investigaciones por indicios de corrupción. De hecho, el 41% votaría por alguien que “roba pero hace obra”, según Datum.
¿Y en el resto del país? Pues hay que resaltar que el mutismo no es exclusividad limeña. Poco o nada se sabe de las candidaturas para gobiernos regionales o locales, con la excepción de algunas figuras notables, aunque no precisamente por sus virtudes administrativas.
La inmensa mayoría se ha limitado a pintar paredes o llenar las calles de paneles, pero nadie habla, nadie propone ideas realizables y nadie tiene ganas de debatir.
Con la población, el desinterés también es grande: el 28% no está nada interesado y el 47% algo interesado. Y eso es en Lima, pero asumimos que lo mismo pasa en todos lados. Además, la campaña no es de propuestas sino de acusaciones y al igual que la política, se ha judicializado. Muy mal presagio para el 2016.