CONTRALORÍA. El sistema de control en una empresa es necesario y en un país es indispensable. El contralor Édgar Alarcón lleva menos de un año a cargo de la entidad —aunque trabaja allí desde hace casi 20 años— y es la tercera vez que hace una presentación para informar sobre las labores que están realizando, que incluyen no solo un resumen del estado de situación, sino también sugerencias de acciones que debería tomar el gobierno.
Está muy bien que la Contraloría informe al país sobre el trabajo que realiza, los descubrimientos y las conclusiones a las que llega. Sin embargo, la verdad es que desde el año 2001, lo diferentes contralores no han podido ser efectivos en su labor. Es verdad que muchas veces el temor a ser investigados por la Contraloría paraliza a los funcionarios, pero los informes que emiten casi nunca evitan que proyectos con evidentes irregularidades continúen. El caso de IIRSA Sur es un claro ejemplo, pues en su momento Genaro Matute advirtió de problemas en el mismo, pero estas cayeron en saco roto.
Igual sucede con el rol de los organismos reguladores que no tienen opinión vinculante, debido a lo cual, algunas veces sus informes son solo un saludo a la bandera, pues incluso con informes del staff en contra, el directorio toma otra decisión.
¿Qué es el control? Es sujetarse a procedimientos y plazos establecidos con antelación, cuando estos no se siguen, o no se hace caso a las advertencias se pone en riesgo el erario y se pueden generar delitos de corrupción.
No se trata de que todo proyecto tenga que tener la firma del contralor o los organismos reguladores, pero hay momentos claves del proceso en que su opinión debe ser vinculante. Si bien no es necesario llegar a los extremos perniciosos que impidan un trabajo fluido, no se puede obviar el rol de los organismos de control.
En ese sentido la labor que viene realizando la comisión Lava Jato debe incluir en sus conclusiones qué hacer con todo el sistema de control, qué ajustes serán necesarios para cumplir con el doble propósito de evitar paralizar las inversiones y tener organismos con dientes. Ese será el verdadero reto, pues si solo nos quedamos en la historia de los hechos castigando lo sucedido sin renovar los sistemas de control, Lava Jato será un caso que se puede repetir.