PRIMERA BAJA. El Gobierno afronta su primera crisis ministerial debido a la renuncia, obligada, del hasta hace poco ministro de Defensa, Mariano González, luego de conocerse el rápido ascenso de una de sus asesoras con la que mantiene una relación sentimental.
Pero este no es el primer problema generado al interior del Gabinete. En apenas cuatro meses, ya ha tenido que hacer frente a las críticas contra el ministro de Educación, Jaime Saavedra, la última de ellas —por una denuncia de corrupción de la fiscalía y la UIF— podría llevarlo a una censura; y contra el ministro de Agricultura, José Hernández, acusado por la Contraloría por su labor como auditor privado, en la supervisión del Hospital del Niño, una denuncia que supo luego de ser nombrado ministro y la cual, según él, informó de inmediato al premier Fernando Zavala.
En el caso del ministro de Defensa, el Gobierno vuelve a mostrar una lenta capacidad de reacción, tal como sucedió en el caso del asesor Carlos Moreno o del congresista Roberto Vieira. Según Mariano González, el premier tomó conocimiento de la relación sentimental el 19 de este mes y recién el 25 se produjo la renuncia de la asesora. Inclusive el domingo 27 hubo un Gabinete extraordinario, sin embargo, recién ayer se le solicitó la renuncia al ministro, luego que él declarara que no pensaba renunciar.
Se equivoca el Gobierno al minimizar los errores políticos que están cometiendo sus miembros y es necesario que tanto el presidente de la República como el presidente del Consejo de Ministros tengan una actitud firme contra los ministros y otros funcionarios públicos. No se deben olvidar que en última instancia la función de ellos es “blindar” al mandatario.
En ese sentido, resulta acertado que el Gabinete, a pesar de algunas voces que piden lo contrario, no haga cuestión de confianza si, de llevarse a cabo la interpelación, el Congreso pidiera la censura del ministro Saavedra.
Según el Barómetro de EY sobre la confianza de los inversionistas, el 58% de los ejecutivos considera que la falta de estabilidad política es el principal riesgo económico para la economía. Por ello, es vital que el Gobierno tenga reflejos más rápidos, de lo contrario el ruido político va a minar la popularidad presidencial, que es el principal activo que tiene el Gobierno.