REFORMA ELECTORAL. La última contienda electoral dejó en evidencia la necesidad de revisar las normas que regulan la actividad política del país, principalmente las elecciones. Así lo entendió la Comisión de Constitución del Congreso, que en agosto del año pasado creó el Grupo de Trabajo de Reforma Electoral, al que le dio el encargo de abocarse a dicha tarea.
Nueve meses después, luego de recibir aportes de congresistas, entidades de Gobierno como el JNE, organismos no gubernamentales e incluso el Ejecutivo (aunque de manera tardía), el grupo culminó con la elaboración de una propuesta que plantea ser un Código Electoral que integre toda la legislación existente.
No se trata de un documento perfecto. Sin duda, requiere que varios de sus artículos sean revisados por la Comisión de Constitución para ser afinados y lograr mayores consensos, pues no se puede realizar una reforma que contenga solo la visión de una parte de la sociedad, ya sea que se trate de alguna ONG o de alguna bancada en particular. Pero tampoco se pueden minimizar tantos meses de trabajo y calificarlos solo como un insumo.
La propuesta muestra un esfuerzo para contar con partidos serios, con mayor participación de la sociedad, con elecciones internas supervisadas y cruce con información de Reniec. Si bien esta decisión molestará a quienes prefieren contar con partidos que nacen y mueren en cada elección, lo mejor para el país es desterrar a las agrupaciones “cascarón”.
Sin embargo, ha evitado tocar, y quizás ha sido lo mejor, todas aquellas propuestas que implican una reforma constitucional, como la bicameralidad, la posibilidad del voto voluntario, la eliminación del voto preferencial, y otros similares. Un debate de ese nivel tomará más tiempo y requerirá de mayores consensos.
Ahora le toca a la Comisión de Constitución, en base de la propuesta presentada, iniciar el debate. Es una labor que debe realizar sin pausa, pero sin prisa. No es necesario correr para tratar de llegar con una nueva legislación a las elecciones regionales y municipales del 2018 solo para satisfacer a quienes desean jugar con nuevas reglas. Sin embargo, dado el nivel de consenso que requiere la propuesta tampoco sería adecuado postergar el debate. Establecer un cronograma de trabajo sería lo mejor.
