Los ojos del mundo estarán puestos en Lima en diciembre de este año cuando se realice la XX Cumbre Mundial de Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP20).
Unas 16,000 personas se reunirán en Lima para acordar el borrador de un tratado internacional que obligaría a todos los países a trabajar juntos para lograr que el incremento de la temperatura causado por el calentamiento global se limite a 2˚C.
La ciencia muestra de manera contundente que cualquier incremento de temperatura superior tendrá efectos irreversibles e incontrolables en el clima; efectos que serán aún peores en los países más vulnerables como el Perú.
Los mayores emisores de carbono del mundo, China y los Estados Unidos, han comenzado a tomar acciones importantes para enfrentar el cambio climático. Lo que solía ser un “problema de los países desarrollados”, es ahora un problema que afecta por igual a los países desarrollados y a aquellos en vías de desarrollo, tanto en los riesgos que deben enfrentar como en la responsabilidad de tomar acciones.
La reunión de este año en Lima es clave, ya que ayudará a llegar a un acuerdo que moldeará el futuro del mundo en el que vivirán nuestros hijos.
Ser el anfitrión de un gran evento internacional como el COP 20 es un desafío. Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de hace dos años en Londres nos recordaron a nosotros los británicos cuán cierto es eso.
Pero también es una gran oportunidad para un país, para sus negocios y para su gente de mostrar a una audiencia internacional todo lo que tienen para ofrecer.
Creo firmemente que una de las razones por las cuales los Juegos en Londres fueron tan exitosos fue porque todos –cada individuo y comunidad, las empresas, los gobiernos locales y el gobierno central– trabajamos juntos. Las empresas peruanas, grandes y pequeñas, tienen un rol importante que desempeñar en asegurar que la COP20 sea un encuentro exitoso y en que venda el Perú al mundo.
Se puede lograr desarrollar prácticas empresariales que sean ambientalmente sostenibles sin perjudicar los intereses comerciales; y cada vez más, estas prácticas pueden ser un catalizador para mayores ganancias y un mayor crecimiento.
Más CEO consideran que un desempeño sustentable sólido contribuye de forma positiva a sus negocios en el largo plazo e incrementa el valor de su marca. Están en lo correcto.
Investigaciones recientes demuestran que el número de consumidores dispuestos a pagar un adicional por productos fabricados de forma sostenible se está incrementando. Los accionistas le exigen a las empresas que sean responsables. Los empleados se sienten más comprometidos cuando trabajan en una empresa con una reputación ambiental sólida, lo que tiene un impacto en mayores utilidades, y en la selección y retención del personal.
Las empresas encontrarán que, cada vez más, el factor sostenibilidad es un componente importante en los principales contratos y adquisiciones del sector público y privado.
El rápido desarrollo urbano en el mundo está llevando a las ciudades a un punto de inflexión, y al mismo tiempo, los recursos se hacen más escasos y costosos.
Aquellas empresas que cuenten con una oferta ambiental confiable y que puedan aportar soluciones innovadoras y sostenibles descubrirán que tienen una ventaja competitiva; aquellas empresas que no lo hagan se verán imposibilitadas de ganar negocios o participar en licitaciones.
Para mí el mensaje es claro: la demanda por bienes y servicios “verdes” está dejando atrás al crecimiento económico general. Con una economía mundial verde con un valor estimado de US$ 5,500 billones, es claro que hay grandes oportunidades para negocios en crecimiento y para hacer nuevos negocios. Estimamos que tan solo en el Reino Unido la economía verde contribuye a aproximadamente un millón de puestos.
El mensaje para mí es claro: enfrentar el cambio climático es bueno para los negocios; la sostenibilidad es buena para los negocios. Y, en el Perú especialmente, la realización exitosa de la COP20 será buena para los negocios.