Crisis de Venezuela, en el centro de campaña de EE.UU. en México

Uno de los desafíos será lograr un acuerdo para una declaración fuerte de todos los miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyos ministros de Relaciones Exteriores comenzaron tres días de reuniones el lunes en Cancún, México.

Bloomberg.- La administración Trump está tratando de impulsar negociaciones para poner fin a la crisis política de Venezuela, presionando a las naciones del hemisferio occidental que se reúnen esta semana en México para que establezcan un mecanismo para celebrar nuevas conversaciones para resolver una amenaza a la estabilidad regional.

“Realmente queremos que un grupo más amplio de países, incluyendo a los países del Caribe, envíen un mensaje a los venezolanos de que tienen que resolver la crisis política, económica y humanitaria en curso”, dijo Francisco Palmieri, subsecretario de Estado adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental, en una entrevista.

Uno de los desafíos será lograr un acuerdo para una declaración fuerte de todos los miembros de la Organización de Estados Americanos, cuyos ministros de Relaciones Exteriores comenzaron tres días de reuniones el lunes en Cancún, México. Eso requiere obtener el pleno apoyo de las naciones caribeñas que dependen de Venezuela para obtener petróleo subsidiado.

La campaña para que la OEA de una muestra de unidad tras su reunión -con la posibilidad de establecer un “grupo de contacto” para entablar conversaciones- es sólo la propuesta regional más reciente para resolver la crisis en Venezuela, cuya economía está colapsándose en un contexto de enfrentamiento entre el presidente Nicolás Maduro y los líderes de la oposición. Los repetidos esfuerzos de negociar una solución política, incluso a través de un proceso liderado por el Vaticano, han logrado pocos progresos.

Palmieri y otros funcionarios se negaron a hacer comentarios cuando se les preguntó quién formaría el grupo de contacto, pero los candidatos probables son México, Canadá, Perú y Colombia. Dada la hostilidad de Maduro hacia Estados Unidos, cualquier participación de Washington probablemente permanecería en segundo plano.

“Estados Unidos no puede tomar la iniciativa, ni tampoco puede involucrarse”, dijo Michael Shifter, director de Inter-American Dialogue, con sede en Washington. “Ellos tienen que ofrecer de apoyo. Pero si se ve esto como un esfuerzo respaldado por la administración Trump, no será percibido como efectivo”.

La iniciativa será en cierta forma una prueba para la OEA, que tiene poco poder de aplicación y en el pasado se ha visto obstaculizada por el requisito de que los estados miembros consigan un consenso para emprender cualquier acción, reduciendo las posibilidades de un resultado poderoso.

“Esto no es un esfuerzo para imponer una solución o intervenir en Venezuela, sino para usar el mecanismo de la OEA para ayudar en lo que es claramente una situación estancada”, dijo Palmieri.

Una de las divisiones clave probablemente sea la insistencia de Estados Unidos de que Venezuela cumpla con sus compromisos existentes para resolver la crisis antes de que comience cualquier nueva negociación. Hasta ahora Venezuela se ha negado a cumplir con su promesa de acordar un calendario electoral, respetar los poderes de la Asamblea Nacional y liberar a los presos políticos.

Hay al menos dos versiones preliminares de la declaración final de la reunión de la OEA en Cancún, según expertos. Una propondría la creación de un grupo de contacto y proyectaría unidad regional en un intento por aislar a Venezuela. La otra sería una expresión de preocupación menos contundente.

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