REESTRUCTURACIÓN. La situación vigente de la Policía Nacional del Perú (PNP) se hace cada vez más insostenible y la reforma de dicha institución cada vez más urgente. Ayer El Comercio reveló la existencia de una estrecha relación entre Óscar López Meneses, ex operador de Vladimiro Montesinos, y la PNP. López Meneses cumple con una condena de cuatro años de prisión suspendida por tenencia ilegal de armas y por haber recibido dinero del ex asesor presidencial. También ha sido acusado de haber ocultado equipos de interceptación telefónica durante el régimen fujimorista. Sin embargo, nada de esto impidió que, hasta ayer, su domicilio sea resguardado hasta por 8 vehículos policiales. Por el contrario, fue invitado hace menos de una semana a la ceremonia por el aniversario 22 de la VII Dirección Territorial Policial y hasta compartió tribuna con el ministro del Interior, Wilfredo Pedraza, en aquella ocasión.
Seis altos mandos de la PNP, incluido el jefe de la Dirección Policial de Lima, Luis Praeli, ya fueron relevados por este escándalo. No obstante, el problema de fondo sigue intacto. Según fuentes, López Meneses coordina la estrategia político-policial del Gobierno, la cual incluye seguimiento e interceptaciones telefónicas a políticos y periodistas contrarios al régimen, y mantiene un estrecho vínculo con Adrián Villafuerte, asesor del presidente Ollanta Humala.
Mientras tanto –es decir, mientras alrededor de 11 unidades policiales se encargaban de custodiar la casa del Sr. López Meneses y la de sus padres-, la inseguridad en las calles continúa siendo un problema serio. Según un estudio de las Naciones Unidas, 50% de los peruanos percibe inseguridad en su barrio y el 28.1% ha sido víctima de algún delito. Ambas cifras son las más altas de Latinoamérica, incluso por encima de países como México y Venezuela.
Finalmente, como cereza de la torta, ayer tuvimos la vergüenza de ser sede de una noticia en la que un bus con más de 50 policías fue asaltado.
Lo bueno es que ahora está más claro que nunca que la PNP necesita pasar por una reforma integral, empezando por la destitución del ministro Pedraza y el nombramiento de un nombre fuerte que reestructure la Policía en una organización transparente y eficiente. Si la Policía no puede poner orden en casa, es lógico que en las calles esté perdida. Y si ni siquiera pueden cuidarse a sí mismos, bueno…