Los cibercriminales actúan de manera -cada vez más- sofisticada. Ellos ponen especial énfasis en la calidad de su malware y, en menor medida, en la cantidad.
Muchos de estos personajes malintencionados usan -incluso- técnicas de ingeniería social y exploits dirigidos a vulnerabilidades aún desconocidas, logrando sofisticados ataques masivos contra usuarios particulares y corporativos.
Paralelamente, su actividad ha alcanzado cifras impresionantes: 200 mil nuevos programas malintencionados por día, además, el 72% de todos los mensajes de correo electrónico es spam.
Por ese motivo, el 82% de las empresas, a nivel global, ha implementado protección antimalware, mientras que el 80% utiliza tecnologías antispam, según Kaspersky Lab y la agencia de análisis B2B International.
Por ello, las tecnologías de antivirus tienen el reto -cada vez mayor- de brindar protección contra malware complejo y, por tanto, contra ataques dirigidos.