El smartphone se ha convertido en nuestro compañero incondicional. Vivimos atados a él y nunca lo perdemos de vista. Por ello, cuando debemos alejarnos, hasta nos sentimos incompletos.

La compenetración con el celular es tal que un estudio de Alcatel demostró que una persona mira el teléfono más de 150 veces al día, mientras 73% de usuarios entra en pánico si pierde (o cree que ha perdido) su celular.

“El desarrollo de la tecnología nos ha llevado a depender de los smartphones por la forma en la que ayudan a organizar nuestras vidas. El problema es que muchos han llegado a un estado de dependencia”, explica Edwin Salas, director del Posgrado de Psicología de la Universidad San Martín de Porres.

Y los más propensos a generar una dependencia preocupante o, incluso, una adicción, “son aquellos que no controlan sus emociones o son inestables”, indica Gabriela Cossi, psicóloga de la Clínica Internacional.

Experiencias
En una sociedad hiperconetada resulta complicado alejarse, siquiera un día, de los muros de nuestros amigos, los correos electrónicos o las tendencias en Twitter a través de los smartphones.

Por ejemplo, Orlando Parodi, gerente general de DirecTV, revisa su celular “cada vez que puede” y, confiesa, no se atrevería a pasar más de dos días lejos de él, ni siquiera durante sus vacaciones. “Alguna vez tuve que vivir unos días sin celular cuando cambié de equipo. Fue como estar desconectado del mundo porque no tenía la información a la mano como siempre”.

Por su parte, Cristel Sánchez, gerente de Marketing de Sony Mobile , confiesa que su celular se ha convertido en un órgano vital de su vida: “Cuando he viajado y no tenía cómo conectarme a Internet, he sentido que me desesperaba e, inconscientemente, trataba de conectarme a toda costa”.

Además de los temas laborales, ambos también recurren a su celular para navegar en las redes sociales: Parodi utiliza WhatsApp y Waze; y Sánchez, opta por el Facebook y Spotify. Y es que vivir sin smartphone ya se ha convertido en parte de nuestra rutina.