Aunque la start-up holandesa, Fairphone, acaba de anunciar que producirá el primer teléfono inteligente del mundo hecho “éticamente”, una de sus investigadoras, Bibi Bleekemollen, considera que “eso sería casi imposible”. Pero ¿qué supone el término “éticamente”?, ¿cuál es la historia que está detrás de cada smartphone?
La intención de Fairphone supone que las cadenas de suministro no terminarán usando, por ejemplo, a aquellas bandas criminales que operan en países no desarrollados, ni optarán por propiciar el trabajo infantil en condiciones laborales inadecuadas. ¿Por qué garantizar que esto no ocurra es tan difícil?
“Al menos, 30 minerales entran en la cadena de producción -entre ellos, cobalto, estaño, tungsteno y cobre- y la cadena de suministro de productos electrónicos es muy compleja”, explica a Business Insider Bleekemollen. Precisamente, el problema central radica en las vías que se utilizan para obtener esos minerales.
En esa misma línea, cabe precisar que, algunas veces, resulta bastante complicado rastrear de dónde provienen. A menudo, aquellos minerales utilizados para la fabricación de smartphones proceden de zonas de conflicto, en particular de la República Democrática del Congo.
Muchas de las minas localizadas en ese país -el cual posee el 40% de estaño del mundo, entre otros recursos- están controladas por señores de la guerra y grupos armados, que utilizan las ganancias para financiar brutales batallas.
Ante este panorama, Securities and Exchange Commission, en base a la ley Dodd-Frank, determinó el 2012 que las empresas estadounidenses deben empezar a reportar el origen de sus minerales, las refinerías y empresas de fundidores que utilizan para procesarlos, desde mayo de 2014.
Intel, Motorola, Hewlett-Packard y Philips ya han comenzado a investigar sus cadenas de suministro y a tomar medidas para evitar que los minerales utilizados provengan de zonas de conflicto.
A la fecha, la holandesa Fairphone ha logrado contar con una fuente “ética” de estaño y tantalio mediante una asociación con organizaciones no gubernamentales, las cuales hacen un seguimiento a las cadenas de suministro. Pero ¿qué ocurre con los 28 minerales restantes? Bleekemollen admite: “No tenemos idea de dónde vienen”. A pesar de ello, la meta es mejorar cada fuente de abastecimiento.