El vehículo autónomo cambiará el paseo por carretera

Gracias a que décadas atrás se construyó el sistema de autopistas interestatales, es relativamente fácil y barato conducir a lo largo de cientos de kilómetros por esparcimiento o para visitar a amigos y familiares.

Bloomberg.- Este fin de semana es puente en Estados Unidos debido al feriado del Día del Trabajo y decenas de millones saldrán de viaje por tierra en un rito anual. A lo largo de la carretera, los conductores llenarán el tanque de gasolina, se detendrán a comer o estirar las piernas y quizá pasarán la noche en un motel.

Si los vehículos eléctricos autónomos desplazaran a los automóviles tradicionales, esta economía y este ecosistema aledaño a las vías de transporte se verán alterados. Aún no sabemos de qué manera y cuándo.

Gracias a que décadas atrás se construyó el sistema de autopistas interestatales, es relativamente fácil y barato conducir a lo largo de cientos de kilómetros por esparcimiento o para visitar a amigos y familiares.

La infraestructura comercial y automovilística se construyó de manera gradual a lo largo de décadas para acomodar a los conductores y los motores de combustión interna.

Las áreas oficiales de descanso y los “centros de bienvenida” que a menudo se encuentran cerca de los límites de los estados son gestionados por el gobierno y prohíben explícitamente las actividades comerciales con unas pocas excepciones como las máquinas expendedoras.

La idea era que, mientras se construían las autopistas, ya existían muchas empresas para satisfacer las necesidades comerciales de los conductores y ellas querían protección de la competencia.

(En cuanto a las áreas de descanso, el proteccionismo todavía prevalece.)

Si las empresas quieren dar servicio a los conductores, se ven obligadas a comprar terrenos cercanos a la salida de las autopistas con la esperanza de que sean cómodos para los conductores para instalar allí sus locales. Hacen publicidad con altos letreros que a veces pueden verse desde kilómetros de distancia.

A menudo se produce cierto agrupamiento y algunas salidas de autopistas ofrecen más servicios que otras. Todo el que haya ido en auto de Los Ángeles a Las Vegas conoce un buen ejemplo: Barstow, California.

Este lugar, que se encuentra aproximadamente a mitad de camino entre las dos ciudades, en la intersección de las rutas I-45 e I-40, estaba destinado a ser el punto donde la gente se detuviera para ir al baño, tomar una leche malteada y cargar gasolina.

Todo esto tiene sentido mientras los seres humanos conduzcan vehículos a gasolina.

Pero piensen qué cosas cambiarán en el futuro cuando la mayoría de los automóviles se conduzcan por si solos, estén impulsados por baterías que cumplan con determinadas normas y sean guiados por un software compartido.

Es menos probable que las paradas en un viaje por carretera estén determinadas por un conductor hambriento que acaba de ver un letrero alto o la luz que marca que el tanque tiene poco combustible.

En cambio tendremos vehículos eléctricos autónomos concentrados en unas pocas decenas de áreas metropolitanas, desde las cuales partirán en viajes por tierra con baterías que tendrán carga completa. Estos vehículos podrían estar programados para detenerse, por ejemplo, cada 300 a 350 kilómetros.

Las compañías que construyen infraestructuras situadas a los costados de las autopistas pueden usar grandes datos para determinar con precisión dónde invertir decenas o cientos de millones de dólares en megazonas de descanso con bancos de estaciones de recarga eléctrica y todos los servicios que buscan estos conductores.

Y, como los vehículos son autónomos, pueden dejar a los pasajeros frente a la puerta de una zona de servicios centralizados, recargarse solos mientras los pasajeros comen o usan los baños y luego retomar la ruta cuando los pasajeros estén listos para partir.

Piensen en una parada de descanso más parecida a un distrito de compras transitable y no tanto a una isla en una gran playa de estacionamiento.

Es probable que esté más unificada y sea más ordenada que la mezcolanza del sistema que tenemos hoy. Esto será una excelente noticia para algunas comunidades que, como Barstow, pueden construir economías locales en torno a este flujo previsible de ingresos proveniente de los visitantes.

Pero será devastador para cientos de pequeñas ciudades que dependen de los empleos y los dólares de impuestos de las empresas de autopistas que evolucionaron para satisfacer las necesidades menos predecibles de los conductores humanos y los vehículos a gasolina.

Cuando haya distritos comerciales más escasos pero más grandes para atender a los viajeros, quizá los terrenos que rodean las salidas de las autopistas se convertirán en la gran fiebre del oro especulativa de fines de la década de 2020.

Pese a las grandes incógnitas, algunos aspectos del gran viaje estadounidense por carretera seguramente no cambiarán. ¿Cuánto falta para llegar?.

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