(AFP) Científicos aseguran que “el gran pecado” de Brasil fue no combatir a fondo el mosquito que transmite el zika a tiempo para impedir un brote del virus, aunque la presidenta Dilma Rousseff se declaró confiada en “ganar la guerra”.
Un récord de más de un millón y medio de brasileños ha contraído el virus desde abril pasado, y éste se expande de manera explosiva por Latinoamérica, de la mano del mosquito Aedes aegypti que también transmite dengue, fiebre amarilla y chicunguña.
La OMS estima que el brote podría causar entre tres millones y cuatro millones de enfermos en el continente americano y una vacuna segura y efectiva no estará lista en años.
Pero no hay tiempo que perder y la presidenta brasileña Dilma Rousseff invitó a su par estadounidense Barack Obama a unir esfuerzos para desarrollar una vacuna de forma conjunta.
Aunque en general los síntomas del zika son leves -fiebre baja, dolor de cabeza y articular o sarpullidos- se sospecha que embarazadas que contraen zika pueden tener luego bebés con microcefalia, una enfermedad congénita irreversible que provoca daños irreparables en el desarrollo motor y cognitivo del niño.
Brasil investiga desde octubre más de 3,400 casos sospechosos de microcefalia en bebés, contra un promedio de 160 casos verificados por año anteriormente.
Científicos investigan asimismo un aumento de casos del síndrome autoinmune de Guillain Barré, que provoca parálisis en adultos, y que podría estar vinculado al zika.
Mosquito enemigo
“Vamos a ganar esta guerra. Vamos a demostrar que el pueblo brasileño es capaz de ganar esta guerra”, afirmó Rousseff el viernes tras reunirse con sus ministros en el centro que coordina desde Brasilia las acciones de combate al dengue, chicunguña y zika, enfermedades transmitidas por el Aedes aegypti.
Brasil, que en seis meses recibe los Juegos Olímpicos, convocó para el 13 de febrero un día de movilización nacional contra el Aedes aegypti. Unos 220 mil militares irán puerta a puerta para aconsejar a los habitantes sobre cómo erradicar y prevenir los criaderos de este mosquito, que prolifera en aguas estancadas de zonas tropicales y templadas.
Además, el ministerio de Salud distribuirá gratuitamente repelente a más de 400 mil embarazadas de muy bajos ingresos, beneficiarias de planes sociales del gobierno.
Por el momento, varios gobiernos han aconsejado a las embarazadas no viajar a Brasil o a otros países con zika y algunas compañías aéreas están ofreciendo el reembolso de pasajes.
Los organizadores de los Juegos Olímpicos minimizan los riesgos del zika y recuerdan que agosto, cuando se celebrarán las competencias, es el mes más frío y seco del año, lo cual dificulta la reproducción de mosquitos.
Pero Gubio Soares, el virólogo de la Universidad Federal de Bahía (noreste) que aisló por primera vez el zika en Brasil en abril del 2015, alertó sobre los millones de personas y los millones de mosquitos que coincidirán en la ciudad durante el evento.
“Yo no diría que amenazará los Juegos, pero sí será fuente de contagio”, afirmó en una entrevista con la AFP.
Gran pecado
Un grupo de investigadores, abogados y activistas anunció por su parte que presentará en los próximos meses un pedido a la corte suprema para que se autorice el aborto en casos de microcefalia.
El aborto en Brasil, como en varios países de Latinoamérica, está penado por ley y sólo se permite en casos de violación, riesgo de vida para la mujer, o anencefalia (cuando el feto tiene falta total o parcial del cerebro).
“¿Por qué una ley de 1940 tiene que valer para [casos que se presentan] un siglo después?”, cuestionó la antropóloga Débora Diniz, profesora de la Universidad de Brasilia y representante de este grupo.
Para Soares, el gobierno “no combatió el mosquito a tiempo y ese es el gran pecado de Brasil”.
“Es cierto que nadie esperaba que un virus como ése llegara a Brasil y se expandiera de esa manera, pero este virus finalmente expone al mundo la realidad de nuestro país”, lamentó desde el laboratorio de virología que comparte con la investigadora Silvia Sardi, que también participó de la detección de este virus identificado por primera vez en Uganda en 1947.
Entre las posibilidades que este virólogo enumera para combatir el mosquito están el desarrollo de nuevos productos contra las larvas que sean menos contaminantes y utilizar bacterias o más mosquitos transgénicos, que cruzados con hembras salvajes generaren una prole incapaz de llegar a la vida adulta y reproducirse.
Pero, sobre todo, Soares destaca la necesidad de mejorar las condiciones sanitarias de la población. “Falta agua y la gente tiene recipientes con agua que son foco de reproducción de mosquitos. La mayoría de los mosquitos hoy se reproduce dentro de casa”, insistió el investigador.