“La historia del dinero”, de Jack Weatherford, es el ‘libro de almohada’ de Abraham de la Melena, especialista en Análisis del Circulante del Banco Central de Reserva.
Gracias a él, el contador de profesión con más de 30 años en dicha entidad y 25 en su puesto, conoce a la perfección todo tipo de historias al respecto. Entre ellas, que Marco Polo se sorprendió al encontrar papel moneda en China, y que mayas y aztecas falsificaban semillas de cacao, que usaban a manera de dinero para los trueques.
De estas y otras historias alimenta su pasión por su trabajo, que consiste en analizar monedas y billetes, especialmente. “Es una labor apasionante. Nosotros evaluamos, recomendamos la inclusión de algún elemento de seguridad (que en los billetes peruanos son unos diez, en promedio), o el retiro de otro, y lo proponemos al directorio del banco”.
Fue su equipo el que estuvo a cargo del diseño de la serie numismática “Riqueza y Orgullo del Perú”, conformada por 26 monedas de un sol. “Esto tuvo un efecto positivo colateral al incrementarse el turismo en determinadas zonas del Perú. Por ejemplo, en el Templo Inca Huaytará, en Huancavelica. Sobre todo después de que la moneda alusiva sea considerada la mejor del mundo en curso legal en el 2013”.
Y ahora De la Melena se prepara para un nuevo diseño en billetes y monedas: “Estamos proyectando uno para el Bicentenario, pero aún no tenemos la temática”.
Fuera del trabajo
Además de las monedas y los billetes, a Abraham le apasionan dos actividades: tomar fotografías y escribir poesía.
Tras estudiar fotografía durante varios meses, confiesa que ya afinó la mirada con los ángulos, así que retrata casi todo tipo de situaciones, desde un beso casual de una pareja hasta un ave posada sobre un charco de agua.
“Camino a todos lados con mi cámara reflex. Veo detalles y capturo lo que me pueda llamar la atención”.
En tanto, la poesía la practica de forma empírica. Se le ocurre una idea, la apunta o graba el audio, y cuando tiene tiempo libre la desarrolla con calma.
Pero De la Melena no se anima a hacer públicas sus pasiones. Las fotos solo las postea en su cuenta de Facebook y los poemas aguardan en casa: “Quizás un día me anime a compartirlos”.