(AFP) Cuando el expresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) Marco Polo Del Nero sonreía en su yate al recibir el beso de una modelo 50 años menor poco imaginaba que, un año después, aquella foto formaría parte de la investigación que siguió los destellos del lujo para destapar la corrupción del fútbol sudamericano.
Como de los días de sol y champán del exjefe del fútbol brasileño, ya no queda rastro de aquel beso en alta mar en el Instagram de Katherine Fontenele, una modelo de 24 años cuyo desnudo meses antes estampó la portada de la revista masculina Sexy.
Pero Internet nunca olvida y la foto volvió a la vida del exdirigente de 74 años -ahora apartado del cargo y acusado de corrupción por la justicia estadounidense- cuando la comisión que investiga las cuentas de la CBF en el Senado anunció, aunque sin éxito, que solicitaría levantar el secreto fiscal y telefónico de las exnovias de Del Nero.
En el centro de las sospechas estaba ‘My Way’, el yate de 16 metros de eslora desde donde Carol Muniz -otra joven modelo que saltó de la portada Sexy a los brazos del exdirigente- publicó sensuales fotos meses después y que la justicia investiga si fue fruto de los sobornos de la empresa de marketing deportivo Klefer.
“Todo el mundo veía la vida de lujo que llevaban. Iban en avión particular, jets, helicópteros, tenían mansiones en los mejores barrios de Rio de Janeiro. Nunca nadie tuvo dudas de dónde venía ese dinero”, afirmó a la AFP el reconocido periodista brasileño Juca Kfouri, que lleva años denunciando la corrupción en el fútbol local.
Prisión en la 5ª Avenida
El “enamoradizo” Del Nero, como él mismo se definió, era un amante generoso que no dudaba en echar mano de un patrimonio inmobiliario que se incrementó un 175% desde que José Maria Marín asumió la presidencia de la CBF en el 2012, según el diario Folha de Sao Paulo. La entidad desmintió esa información.
A este abogado que quería ser futbolista como su padre y a su predecesor sólo les separó la cárcel de Zúrich (Suiza), donde Marín pasó cinco meses tras ser arrastrado en mayo por la primera ola del escándalo de corrupción más importante del fútbol mundial.
El exdirectivo de 83 años cumple ahora arresto domiciliario en su apartamento en la lujosa torre Trump de la Quinta Avenida de Nueva York, donde millonarios como Cristiano Ronaldo también tienen residencias.
“Los expresidentes de la CBF no escondían su alto nivel de vida porque creían en la impunidad en la que vivieron durante muchos años. Es una vergüenza para las autoridades y la justicia brasileña que el FBI viniera a investigar a Marín, Del Nero y Teixeira”, valoró Kfouri.
Si alguien supo vivir y construir una fortuna como un hábil malabarista al filo del escándalo fue Ricardo Teixeira, presidente de la CBF durante 23 años y también acusado de corrupción.
“Si usted un día tuviera que definir la pillería, en el buen sentido, claro, se llamaría Ricardo Teixeira”, le describió su exsuegro Joao Havelange, jefe de la FIFA durante 24 años y predecesor de Joseph Blatter, en la revista Piauí en 2011.
De vuelta de su exilio dorado de Miami (Estados Unidos), donde se refugió en una mansión de US$ 7.5 millones tras renunciar a la presidencia de la CBF en el 2012, las travesías por el Mediterráneo que compartía hace meses con la protagonista de la portada de Playboy de marzo ya son sólo recuerdos de un pasado mejor.
Las ruinas de la gloria
Pero no sólo en Brasil se abusó del fuera del juego. Los diez presidentes que dirigían las federaciones del fútbol sudamericano en el 2013 son víctimas del terremoto que hundió la cúpula del deporte más popular del planeta.
Apenas el uruguayo Sebastián Bauzá no ha sido señalado por el FBI de haber construido un imperio ilegal a la sombra de los gramados, mientras que el poderoso expresidente del fútbol argentino, Julio Grondona, falleció en julio del 2014 tras 35 años gestión marcada por las sospechas.
A la prisión de los últimos tres presidentes de la Conmebol se suman la del venezolano Rafael Esquivel, el boliviano Carlos Chávez, el peruano Manuel Burga o el ecuatoriano Luis Chiriboga.
Más misteriosa fue la salida del expresidente de la Federación Chilena, Sergio Jadue, que hace un mes abandonó el país bajo escolta policial con el suspense de las viejas películas de espías.
Este joven empresario que cuatro años antes vivía en una modesta casa de La Calera dejaba atrás su nueva mansión de US$ 700 mil dólares y una meteórica carrera que le llevó en el 2011 desde la presidencia del humilde club de su ciudad a los mandos de la Federación chilena y después a la vicepresidencia de la Conmebol.
Hoy Jadue purga sus excesos en Estados Unidos, donde colabora con la justicia, mientras en Chile le investigan por lavado de dinero.
Los ceros en las cuentas y las rentables propiedades también florecieron en el patrimonio de Luis Bedoya, el “zar” del fútbol colombiano, al calor del despacho desde donde este antiguo vendedor de ropa gestionó la federación cafetera durante nueve años.
Antes de sorprender con su renuncia para convertirse en colaborador del FBI, Bedoya aprovechó los últimos diez años para acumular una decena de costosos inmuebles, según develó la revista Semana.
Arruinado por sus dirigentes, el fútbol sudamericano busca ahora recuperar el prestigio que se labró en los gramados, donde este continente que ganó nueve mundiales maravilló al mundo con un talento que sigue iluminando las mejores ligas del planeta.