En febrero del 2015, el chef José del Castillo cumplió un sueño: inauguró en Barranco su segundo restaurante, cuyo concepto –cuenta– es un homenaje a su madre, doña Isolina Vargas, y a la comida limeña tradicional y casera.
El tallarín saltado a la criolla, el clásico mondonguito a la italiana, los guargüeros y demás potajes que empezó a ofrecer en su nuevo local (que lleva el nombre de su progenitora), fueron aprobados de inmediato por los comensales.
Sus sonrisas y la espera por una mesa enorgullecieron a Del Castillo, pero no creyó que su sazón pudiera llevarlo rápidamente al reconocimiento internacional.
Sin embargo, hace dos meses recibió un correo que lo emocionó: “Isolina” había sido seleccionado entre los 50 Mejores Restaurantes de Latinoamérica, aunque aún no sabía en qué puesto lo ubicarían.
La gran expectativa
José tuvo que esperar hasta el este lunes para conocer la posición de su restaurante. En un auditorio mexicano, los organizadores anunciaron entre aplausos que su local ocupaba el puesto 41 gracias a la elección de 252 expertos en gastronomía, entre cocineros, periodistas y viajeros.
“No es que no hayamos creído en nosotros, pero no pensábamos que ingresaríamos tan rápido, pues abrimos hace un año y medio. Para este corto tiempo, un puesto 41 es muy bueno”, comenta a Gestión desde México.
Así, “Isolina” fue uno de los cuatro restaurantes nuevos en el top 50 (los otros tres son de Brasil y Paraguay). Y con él, otros ocho conocidos restaurantes peruanos se repitieron, tres de ellos en los primeros lugares (ver tabla).
Los motivos y el futuro
Para el también chef de “La Red”, no existen claves per se para ser incluido en la lista de los mejores restaurantes de la región. Más bien, atribuye el reconocimiento a los sentimientos que afloran en su cocina.
“Aunque suene trillado, no hay claves para esto. Solo hemos buscado que los comensales sientan el amor y el deseo que tenemos por sacar adelante este proyecto, valorando una cocina que creemos conocer”.
Estas sensaciones, asegura, se transmiten en todos los platos. No obstante, reconoce que los preferidos son el sánguche de pejerrey, el cebiche y el seco de asado de tira.
Ahora, la expectativa de Del Castillo es grande. Sabe que la mención en la reconocida lista incrementará el número de comensales en “Isolina” y la exigencia de los paladares, pero nada lo aplacará.
“Lo que viene es seguir trabajando, mejorando los detalles, puliendo los pormenores e innovando los platos. Recrearemos y buscaremos la valoración de los platos limeños”, señala. Así pretende cuidar a sus clientes y ganar otros varios más.