(Bloomberg View).- Uf. No sé cómo pero he sobrevivido a la incertidumbre y la ansiedad que los economistas como yo a veces ven como una tradición poco eficiente: pasar horas buscando los regalos navideños correctos. Afortunadamente, las pruebas y tribulaciones de este año me han proporcionado algunos pasos más para reducir la ansiedad cuando llegue la próxima ronda de cumpleaños, aniversarios y navidades.
Esta vez, ha estado todavía más claro que la mayoría de las personas a las que hago regalos no aceptan la visión neoclásica de los economistas de que el capital domina la selección de regalos. Después de todo, un regalo de dinero, tal cual, no solo les permitiría comprar lo que yo hubiera escogido, sino también algo que habrían podido preferir.
Los receptores aprecian el argumento de la información asimétrica: que tienen una información mucho mejor que yo acerca de lo que les gustaría recibir. Pero, se den cuenta o no, también se adhieren implícitamente a un tipo de visión de la economía conductual: lo que les interesa es el símbolo asociado a mis regalos, particularmente en qué medida he pasado tiempo pensando en ellos, reuniéndolos y personalizándolos.
El regalo con el máximo impacto es uno que ha sido cuidadosamente seleccionado para incorporar fuertes toques personales. Entre estos, me he dado cuenta de que un éxito especialmente grande esta vez ha sido un precioso álbum de fotos que recopilaba recuerdos de un año divertido. Otro éxito, también para personas para las que es realmente difícil comprar y que ya tienen una “cierta edad”, ha sido un juego de plumas para ella y él de elegante diseño.
Las joyas y los viajes encajan en esta categoría, pero en el segmento de (mucho) mayor riesgo/mayor retorno. El objetivo es conseguir objetos para sus seres queridos que realmente quieren, pero que dudan en comprar para sí. Para que esto funcione, necesita mucha información: y debería empezar con el espionaje mucho antes de las navidades.
Evite los zapatos caros, aunque los receptores digan que los necesitan de verdad. Aunque pueda estar completamente seguro del estilo (y esa es una suposición muy grande), hacerse con la talla correcta es difícil. Lo último que quiere es ser responsable de enviar al receptor del regalo de vuelta a las abarrotadas tiendas después de las fiestas para cambiarlos.
Los inversores profesionales deberían aproximarse a los regalos de la misma forma en la que componen cartera. Algo de diversificación puede mitigar el riesgo y mejorar los retornos. En este aspecto, un enfoque de estrategia bipolar bien diseñado puede ser mucho mejor que limitarse a multiplicar el “regalo medio”. En particular, considere una combinación de regalos realmente bonitos y una serie de presentes pequeños y, sí, tontos.
La naturaleza holística de la experiencia también es importante. Específicamente, cómo entrega sus regalos es un complemento importante de lo que entrega.
Por ejemplo, una nota manuscrita tiene mucho más significado que las impersonales pegatinas “de/para”, da igual lo monas que sean. Del mismo modo, un regalo bien envuelto es mejor que una bolsa de regalo (y si, como a mí, le preocupan sus habilidades para envolver, utilice ese útil papel con cuadrícula en el lado de dentro). Y, cuando nos ocupan varios regalos, cree una secuencia, guardando el mejor para el final; y no dude en dar algunos de los tontos, incluso etiquetándolos como si vinieran de las mascotas.
Con estos consejos y el proceso de aprendizaje asociado, mis entregas de regalos futuras deberían estar mucho menos plagadas de ansiedad. Eso es una buena noticia. Lamentablemente, la mejora será relativa: en términos absolutos, el aspecto de la entrega de regalos de la Navidad va a seguir siendo una prueba para mis nervios.
Feliz año nuevo a todos. Gracias por leer mis columnas de Bloomberg View en 2016. Espero que 2017 les traiga a ustedes y sus familias mucha felicidad, salud y éxitos.
Por Mohamed El-Erian.
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.