Sin bajar del flamante Mercedes Benz deportivo plateado en el que llega a la estación de gasolina ubicada en la intersección del bulevar Santa Mónica y Crescent Drive, en Beverly Hills, una dama con perfil aristócrata saca de su cartera un billete de 100 dólares y le pide al empleado que despacha la bomba que le compre boletos de Powerball, relata Jorge Morales Almada en su artículo en Univision.com.
Cuando este regresa con el boleto naranja, la mujer le da 10 dólares de propina: “Ten, cómprate los tuyos y buena suerte”, le dice antes de arrancar en su lujoso automóvil sin ni siquiera echar combustible, pero con la ilusión de embolsarse los 1,500 millones de dólares que este miércoles se llevará quien gane el sorteo.
La exorbitada suma de dinero que conlleva el premio y ha convertido el Powerball en un fenómeno nacional ha atraído “a personas de todas las clases socioeconómicas a comprar boletos”, destacó la Asociación de Administradores Escolares de California, que recibe el 34% del dinero que genera el sistema de juego para destinarlo a la educación pública. Esto incluye también a la clase pudiente que radica en la conocida ciudad de Beverly Hills, en el condado de Los Ángeles.
“Aquí ha llegado hasta artistas a comprar el Powerball”, comentó una cajera de la estación de combustible Jack Colker, en Beverly Hills, quien habló a condición de mantener su anonimato.
En esa misma gasolinera, dijo la empleada, han llegado personas que han invertido lo que para muchos es una fortuna con tal de pegarle al gordo.
“Uno de ellos gastó 3,000 dólares en el Powerball”, mencionó.
Empleados y patrones.
El personal doméstico que limpia las mansiones de Beverly Hills también se ha pasado a comprar boletos de lotería a esta estación de gasolina, ellas con sus monedas que apenas completan los $2 dólares del “ticket”, y también con billetes de hasta 100 dólares que les entregan sus patrones, que no quieren quedarse al margen del sorteo.
La cantidad a ganar es tan grande que no cabe en el exhibidor electrónico que la Lotería de California coloca en los negocios, el cual se ha quedado en 999 millones.
“¡Uy! ¡Qué no haría con ese dineral!… Lo primero, lo primero, sería renunciar a mi trabajo”, dijo Tomás Enríquez, empleado de una firma de abogados.
“Yo haría obras de caridad, ayudaría a mi familia y me iría a recorrer el mundo”, comentó Amanda Tersagyan, una mujer de origen armenio que también depositó en su billete de $20 dólares el sueño de convertirse en millonaria.
El sorteo del Powerball se celebra cada miércoles y sábado a las 7:59 de la noche en la costa oeste (10.59 de la noche en el este). Desde hace semanas el bote ha alcanzado cifras multimillonarias que ha llevado a más gente a jugar, lo que ha su vez ha contribuído a elevar la cifra del premio hasta los 1,500 millones de dólares.
Millonarios por un rato.
La emoción con la que muchas personas viven el Powerball generó nervios y desconcierto en un bar de Nueva Jersey el pasado sábado cuando los trabajadores se confundieron al leer la combinación ganadora y durante unos minutos celebraron haberse convertido en millonarios.
Las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del establecimiento recogieron los momentos de alegría. Alguno de los empleados anunció en aquel momento su renuncia. Pocos minutos después se dieron cuenta de que todos aquellos millones habían sido solo un espejismo fruto de un error.