Bloomberg.- El repunte tras la elección presidencial de Estados Unidos abrió una ventana para la recaudación de fondos corporativos. Pero no seguirá abierta por mucho tiempo.
Parte de la preocupación del mercado en torno a la sorpresiva victoria de Donald Trump en su carrera a la Casa Blanca duró poco. Las acciones repuntaron, las mediciones de la volatilidad se desplomaron y la situación es propicia para captar fondos.
No obstante, los bonos a largo plazo sufrirán algo de dolor a largo plazo.
Estas dinámicas coinciden con una oferta acumulada de emisiones de acciones, particularmente en los mercados europeos afectados por el Brexit. Parece darse una historia similar en los mercados crediticios.
El cuarto trimestre comúnmente es de bonanza para las emisiones, pero las tesorerías corporativas han limitado su participación al considerar que la liquidez se agotó.
Las empresas que necesitan fondos tendrán que aprovechar las condiciones sorpresivamente benignas mientras puedan. Lo mismo para las firmas de capital privado que pretenden liquidar ofertas públicas iniciales recientes.
Los inversores en acciones que mantenían grandes saldos de efectivo estarán desesperados por encontrar la manera de aprovechar el repunte y preparados a comprar todo tipo de colocación ofrecida con descuento.
Y si la reacción inicial al triunfo de Trump sirvió para elevar aún más los rendimientos los bonos de referencia del gobierno, no pasará demasiado tiempo para que los diferenciales de crédito se encaminen a la misma dirección.
El programa de compra de bonos del Banco Central Europeo ha mantenido estables los diferenciales de los bonos corporativos, pero eso puede ser engañoso.
El BCE podría resolver en su reunión de diciembre que las compras de bonos no se extenderán al mismo ritmo más allá de marzo. Incluso si la reducción comienza después, la posibilidad de alejarse gradualmente del programa en cierto punto es real y podría aumentar los diferenciales. Los emisores querrán moverse antes que pase eso.
Contrastemos esto con el período posterior al Brexit. Las acciones colapsaron y siguieron a la baja una semana después. Los emisores tuvieron que aceptar los precios bajos para poder vender acciones: Abertis Infraestructuras SA tuvo éxito al canjear 814 millones de euros (US$ 900 millones) de acciones nuevas cinco días después de la votación, pero a un 9% de descuento.
Las condiciones actuales podrían durar poco. La amenaza evidente es un aumento de la volatilidad antes del referéndum italiano sobre la reforma constitucional del 4 de diciembre, plebiscito altamente considerado como un voto de confianza en el primer ministro Matteo Renzi. El BCE se reunirá unos pocos días más tarde.
Por ahora, la ventana está abierta. Es tiempo de saltar a través de ella.