Además de “reducción de personal”, hay otra palabra que causa pánico en una compañía: crisis. Las crisis empresariales suelen ser el resultado de un proceso largo de problemas desatendidos o no previstos.
Según José Calienes, de la Universidad Católica San Pablo de Arequipa, para afrontar una crisis es importante que los directivos cuenten con fortaleza psicológica, experiencia y además la humildad para saber pedir ayuda si fuera necesario.
“Para sobreponerse a una crisis, se necesita de mucha habilidad, sentido común y el criterio adecuado para identificar y gestionar los medios para atender el problema antes que este se agrave”, sostiene José Calienes.
Teniendo esto en cuenta, el especialista consideró algunas recomendaciones para saber cómo actuar ante una crisis y así evitar un proceso de fractura dentro de la organización:
Tener fortaleza psicológica. Resolver una crisis no solo depende de la capacitación o estudios que tengan los directivos, sino también de la actitud que se toma para resolver el problema. Hay una carga subjetiva muy fuerte, por lo que la motivación para resolverla es fundamental.
Esforzarse en el diagnóstico. Es esencial reconocer cuál es el motivo de la crisis y sus posibles consecuencias. Algunas empresas pueden tardar entre tres a cuatro años en resolver un problema, simplemente por no saber cómo identificar la causa.
Pedir ayuda. Hay personas que ya pasaron por las crisis que pueden estar pasando. Es bueno pedir ayuda tanto para identificar las causas de la crisis como para plantear las estrategias para resolverla. Hay que aprender a ser humildes.
Encontrar los medios adecuados. En medio de una crisis siempre hay una diversidad de opciones para salir de ella. No obstante, hay criterios que se requieren para saber elegirlos. Hay crisis que llevan a decisiones difíciles (como despedir al personal o cerrar la empresa) pero es importante mantener un criterio ético elevado para no sacrificar el núcleo de la organización.
Mantenerse firme en la decisión. Es importante no perder el enfoque de la acción tomada, salvo que en el camino se encuentre una alternativa considerablemente más adecuada, lo cual es poco probable si se hizo el diagnóstico correcto y se evaluó bien las alternativas de resolución.