La buena noticia es que hay caminos alternativos para cambiar radicalmente de vida profesional. Contratar a no graduados y buscar otras vías para acceder a un puesto, teniendo en cuenta la brecha que existe entre la Universidad y lo que exigen las empresas, es posible.
Esta idea, también radical, empieza a ser cada vez más aceptada… Y no se trata de algo nuevo: Hace ya dos años Laszlo Bock, vicepresidente de recursos humanos de Google, explicaba en una entrevista en The New York Times que su compañía tiende a contratar cada vez a más gente que no ha pasado por la Universidad.
Bien pensado, esto podría ser un consuelo para aquéllos que, con una amplia experiencia profesional a sus espaldas, deciden reinventarse y cambiar de profesión, pero dudan que esa transformación sea realmente posible: “¿Cómo voy a dedicarme a otro sector o a una profesión? ¿Tengo que cursar una nueva carrera universitaria?”.
Bock cifraba entonces en un 14% la proporción de profesionales contratados por su empresa que nunca había pisado las aulas de una universidad, y aseguraba que “una de las lecciones aprendidas tras analizar todos los datos del proceso de selección es que el expediente académico y la puntuación de los candidatos en los test son inútiles como criterio de contratación”.
A pesar de todas estas nuevas oportunidades, no podemos olvidar el déficit de talento que se presenta en aquéllos que deciden emprender una reinvención profesional. Un estudio de ManpowerGroup en Estados Unidos concluye que el 52% de los empleadores revela graves dificultades para llenar ciertas posiciones por lo que denominan “escasez de talento”.
Un 35% de las compañías se refiere asimismo a la “falta de experiencia” de los candidatos, mientras que un 25% se queja del conocimiento del negocio de los candidatos y de su cualificación formal.
Parece claro que es necesario formarse, y la Universidad sigue siendo una opción válida, pero hay que tener en cuenta que la formación ya no se refiere solo a conocimientos, sino también a una serie de habilidades muy diferentes.
En todo caso, debemos distinguir entre la formación reglada y la necesidad de formación continua, y hay casos en los que no se requiere formación universitaria, como la formación profesional. Además, hay gente que realiza un esfuerzo permanente de formación en aspectos que demanda el mercado laboral. Esto supone un autoaprendizaje que facilita la entrada en el mercado de trabajo, igual que la iniciativa de aquellas empresas que montan escuelas de habilidades y que dan acceso a personas sin educación superior
La gran duda es si la Universidad se adapta con la agilidad suficiente a las necesidades de las empresas… La respuesta es que para nuevas profesiones, la Universidad va más despacio de lo que la empresa necesita. Así, el consejo es tener inquietud y vocación por el autodesarrollo, y que esto nos permita aprender otras cosas más allá de lo que nos ofrece un título universitario.
Silvia Leal, asesora de la Comisión Europea y directora académica en IE Business School, cree que “la formación ofrecida a los profesionales que apuestan por reciclarse no está adaptada a los nuevos tiempos”. Añade que las cifras del informe New curricula for e-leadership skills, de la Comisión Europea, lo deja muy claro: fueron analizados 1,091 programas y, tan solo, 21 cumplían los requisitos de empleabilidad. Por todo ello estima que “en 2020 tendremos una escasez de más de 825,000 profesionales del sector de las nuevas tecnologías en Europa”.
Leal cree que “se abren segundas oportunidades para aquellos que no han tenido la opción de estudiar una carrera universitaria y están preparados para ciertos puestos y perfiles profesionales. Las tecnologías ofrecen puestos de trabajo muy especializados que requieren una formación muy concreta. Antes se sacaba a los profesionales de una carrera. Ahora se busca gente hipermotivada que puede aprovechar esta segunda oportunidad profesional”.
Cada vez más candidatos pueden dirigir su formación hacia ámbitos complementarios, y se presentan muchas oportunidades para aquellos que quieran completar su desarrollo. La dificultad está en distinguir entre lo bueno y lo anecdótico. Aquí las empresas pueden intervenir para aconsejar a los más jóvenes y lograr que disminuya la brecha entre el mundo académico y lo que piden los empleadores.
Rafael Alcalde, fundador de JaraTech Social Technologies, explica el caso de un porcentaje importante de directivos de grandes compañías en Estados Unidos, que ha comenzado en start up cuando no tenían terminada la carrera, gracias a titulaciones alternativas.
Alcalde afirma que “estos profesionales entraron en las start up para desarrollar sus competencias y muchos de ellos tuvieron éxito, a pesar de haber llegado a esas compañías sin graduarse. Y se incorporaron más tarde como directivos de alto nivel en grandes multinacionales. Aquí la experiencia suple a un posible déficit de formación”. Alcalde concluye que “en España, con su titulitis, esto no se da tanto, aunque empieza a verse en directivos de pymes medias”.
Sobre las posibilidades reales de recolocación, Juan José Berbel, director general de MOA BPI Group, adelanta algunos datos de un informe que se presentará el 25 de febrero y que concluye, entre otras cosas, que el sector industrial muestra una gran fortaleza para poner sobre la mesa ofertas de empleo: un 46% se pasa a este sector, lo que supone el mayor porcentaje de los últimos años. Se trata de ofertas en automoción, alimentación y química fina, y resulta relevante porque son profesionales que vienen del sector servicios y llegan así a la industria.
Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
