“Las empresas deben conocer bien la mentalidad de los jóvenes para poder adaptarse a lo que estos solicitan; obviamente eso es un reto […], de modo que una buena compañía debería ver venir esos cambios y averiguar qué hay que hacer para demostrar que los acepta. El reto es cambiar la manera de hacer las cosas y aprender que una normativa más laxa y unos horarios flexibles ayudan a aumentar la productividad y a generar un ambiente de trabajo agradable”.
Así de clara se muestra Sara Izquierdo, premio nacional de bachillerato y estudiante de Económicas. Tiene 19 años y da voz a la Generación Z, es decir, a los nacidos entre 1995 y 2010. Un grupo concebido por algunos como la generación que va a revolucionar el mundo empresarial, mientras que otros dudan acerca del compromiso que van a establecer con las compañías y su capacidad para trabajar en equipo.
La opinión de Izquierdo, al igual que la de otros jóvenes de su edad, se recoge en el estudio Jóvenes Z. El último salto generacional, elaborado por Deusto Business School y Atrevia. Ellos son los nativos digitales de verdad. A diferencia de generaciones anteriores que aspiraban a ser digitales, como los Millennials -que han nacido entre 1980 y 1995-, los Z lo son desde que nacieron.
En el mundo laboral
“Desde siempre, su primera opción para resolver sus dudas ha sido acudir a internet y no a sus padres o a la biblioteca. Los primeros Z están saliendo ahora de las aulas y serán profesionales irreverentes que lo cuestionan todo. Han crecido en una sociedad muy diversa y van a exigir comportamientos éticos a las compañías”, comenta Iñaki Ortega , doctor en economía y director de Deusto Business School en Madrid.
Las organizaciones se enfrentan al reto de comprender sus motivaciones y su forma de entender el trabajo. Sin embargo, según explica Idoia de Paz, directora de Human Capital de Deloitte, aunque ya se les está estudiando como consumidores, “en el plano laboral las empresas aún están integrando las fortalezas, necesidades y valores de su generación anterior”.
Precisamente, el teletrabajo es una de las prácticas que se consolidará, ya que otro de los reclamos de esta generación es el trabajo por proyectos. Tienen asumido que el empleo para toda la vida va a dejar de existir y para ellos no es un drama. Ante esto, Vilanova advierte de que “esto no sólo repercutirá a nivel laboral, sino que también habrá que plantearse cuestiones sociales a nivel global. Por ejemplo, habrá que revisar el sistema actual de cotización de los profesionales que viven y trabajen en un país diferente por largas temporadas según el proyecto al que se estén dedicando”.
Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)