(Bloomberg).- El número de presidentes ejecutivos despedidos por faltas éticas aumentó más del doble en Estados Unidos y Canadá en el último quinquenio, señal, según los investigadores, de que los directivos corporativos están cada vez menos dispuestos a tolerar la mala conducta.
Catorce máximos ejecutivos norteamericanos fueron despedidos por faltas éticas entre 2012 y 2016, frente a seis en el período quinquenal anterior, según un estudio hecho por PwC con 2,500 empresas globales.
Los investigadores incluyeron a los ejecutivos que abandonaron sus empresas por su propia conducta inapropiada o la de sus empleados. Así, por ejemplo, también contaba si se obligó a un presidente ejecutivo a renunciar por el fraude generalizado en la organización.
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Las juntas también están volviéndose más intolerantes en todo el mundo. Los despidos aumentaron 36% en los cinco años terminados en 2016 frente al período anterior.
Estos despidos —y las conductas que los preceden— son caros, llevan a pagar indemnizaciones costosas y bajan el precio de las acciones. El valor de estas suele caer 13.5% en relación con el índice regional de una empresa durante el bienio en torno al despido de un líder corporativo, según PwC, y muchas veces los ejecutivos cobran decenas de millones al irse.
Más allá de los costos financieros inmediatos, echar a un presidente ejecutivo por conducta inapropiada perjudica la reputación de la empresa hasta cinco años después de ocurrido el incidente, según un análisis realizado en el 2016 por la Universidad de Stanford que estudió 38 ejemplos de jefes con mala conducta entre el 2000 y 2015.
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Otro estudio de Stanford concluyó que más de la mitad del público general apoya despedir a los jefes con mala conducta.
Gary Neilson, uno de los autores del estudio de PwC, dijo que convergieron algunos factores para volver a las juntas menos propensas a hacer la vista gorda cuando se cometen faltas éticas. Los accionistas activistas están más insistentes y los directores corporativos tienen nuevas responsabilidades en caso de administración desleal.
La tecnología volvió más fácil rastrear y demostrar los delitos, y la indignación pública se amplifica por las redes sociales. En los mercados emergentes, una campaña antisobornos provocó un aumento de 141% en el número de despidos de presidentes ejecutivos.
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Para mitigar costos y, quizás, la sensación de injusticia que genera que un máximo ejecutivo tramposo o mentiroso reciba una indemnización millonaria, más juntas están exigiendo poder reclamar la remuneración si un ejecutivo obró mal y causó una rectificación de las finanzas.
El directorio de Wells Fargo recuperó US$ 180 millones en bonificaciones de sus empleados, entre ellos su expresidente ejecutivo, John Stumpf, y la exjefa de banca comunitaria, Carrie Tolstedt, debido a un escándalo con legiones de cuentas falsas abiertas sin el permiso de los clientes.
“Estamos atravesando un período de reconfiguración”, dijo Neilson, de PwC. “Con el tiempo, cuando las empresas mejoren mucho en esto, las cifras deberían bajar. En gran parte se trata de descubrirlo”.