Barranco Beer Company, la cerveza artesanal servida del tanque al chopp

Boom de la cerveza artesanal. Es como tomar una ‘chela’ en medio de la planta de producción. Aquí no se embotella ni se filtra: se disfruta del sabor, olor y color de la cerveza recién salida de la fermentación. Es el sueño hecho realidad de los primos Andrés y Maurice Lefevre

Richard Manrique Torres
richard.manrique@diariogestion.com.pe

Paulo Rivas Peña
paulo.rivas@diariogestion.com.pe

Barranco Beer Company es una cervecería-bar, donde se sirve la ‘chela’ del tanque al chopp, sin filtrar. Allí el líquido espumoso no se embotella, sino recorre por todo el local. Los elementos decorativos son una extensión de la pequeña planta de cocción, que se aprecia desde las mesas. Es un circuito del conocimiento de la cerveza artesanal: bebes con más gusto, porque conoces cada detalle.

La partida de esta aventura la trazan los primos Andrés y Maurice Lefevre, quienes saben de cerveza desde que nacieron: “De niños, en vez de gaseosa, tomábamos cerveza”. En realidad, todo comienza en los años cincuenta, cuando su abuelo trabajó en la Pilsen Callao y ellos, después de seis décadas, supieron darle forma al sueño familiar de la cervecería propia.

Este local, ubicado a unas cuadras de la plaza de Barranco, abrió sus puertas en setiembre, pero su construcción duró dos años: el espaldarazo financiero fue una sociedad familiar. Todo amante de la ‘chela’ se sentirá en su casa, tomando casi a pie juntillas de unos tanques gigantes de fermentación hechos en Alemania, con capacidad para producir hasta 15,000 litros mensuales.

Barranco Beer Company ofrece dos tipos de cervezas: la 50/Fifty Lager, dorada, ligera y refrescante; y la Bulls Ay! Ale, roja e intensa en sabor y olor. Cada sorbo de ambas cervezas trae consigo inusitados sabores. También preparan choptails (cocteles a base de cerveza), acompañados de piqueos.

Buscando la cerveza ideal
Los primos Lefevre son los anfitriones y sus sonrisas son el marco ideal para sus historias. Andrés tiene el nombre de su abuelo y su padre le insistía que aprenda alemán y sea cervecero como él. En California –la meca de las nuevas cervezas artesanales–, probó por primera vez la variedad de sabores, pero no se decidió del todo, porque quiso ser un rebelde. En Europa formó una banda de rock metal y, como la ‘chela’ era cara, comenzó a elaborarla él mismo. Luego retornó a EE.UU. para estudiar el arte de la cervecería.

En paralelo, Maurice comenzó a viajar por el mundo a conocer todo tipo de marcas en sus propios lugares de origen. Probó las alemanas, belgas, americanas, pero su devoción ‘chelera” se asentó en el Oktoberfest de Alemania en 2009. A la par, escudriñó el potencial del mercado artesanal de Perú. Y las circunstancias los dejaron listos para decirse un ¡salud! con sus propias recetas.

“Hace dos años compramos el local. Buscamos en varios sitios y cuando me enteré que Barranco sería nuestra casa y donde íbamos a hacer la cerveza, supe que era el mejor sitio: hay artistas, música y poesía, y para mí la cerveza es arte”, dice Andrés. La primera noche que abrieron vendieron 150 litros, y los fines de semana superaron los 300 litros diarios. Ahora quieren ofrecer pequeños lotes de cervezas con sabores extremos y sueñan con abrir nuevos locales en Lima y provincias.

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